Elegí la modalidad online por la flexibilidad, principalmente. Esperaba aprender cosas sobre Analytics, cómo hacer una estrategia efectiva para RRSS o cómo mejorar la experiencia del usuario. Y si las aprendí. Lo que también aprendí, que no me esperaba es:
- Sin disciplina no se puede. Con la modalidad online no tienes que correr al salón para que el profesor no te cierre la puerta. Yo decidía a qué hora tomar la clase y eso no significaba “en mis ratos libres” o “cuando se me antoje”… y me costó entenderlo. Si quería tomar la clase o hacer la tarea, tenía que hacer que sucediera, sin importar lo cansada o distraída que estuviera.
- La gestión del tiempo no es opcional. El tiempo va a pasar, lo aproveche o no. Está en mí decidir si la siguiente hora la voy a dedicar a investigar/practicar más sobre algo que estoy aprendiendo o si la voy a usar en ver videos en Tik Tok y leer peleas ajenas en X. La cosa es que si no planeo con antelación lo que voy a hacer a lo largo del día, es muy fácil perderse en cualquier otra cosa. Ojo, que el descanso también puede ser productivo.
- Ingenio > memoria. Afortunadamente los días en los que tenía que memorizar para obtener una buena calificación quedaron atrás para mí y para -casi- todos. Tenemos toda la información que necesitamos a una búsqueda en Google de distancia, lo que importa es qué hacemos con ella. Simplificar las cosas, sacar el máximo provecho de las herramientas a nuestro alcance -así es, te estoy hablando a ti, IA-, negociar con otros para que hagan lo que nosotros no podemos/sabemos, ese es el verdadero reto y, ahí sí, no hay técnica mnemotécnica que supere la habilidad de resolver con los recursos disponibles.
Pasaron vaaaarios meses de desvelos, renunciar a planes los fines de semana por quedarme a hacer tarea y horas sentada frente a la computadora sin la completa certeza de lo que estaba haciendo. Y hoy puedo decir que, al fin, terminé el máster. Felicidades a mí.